Perdí

Era mi guerra desde luego, pero luchaba sin saber que lo hacía, aguantaba sin saber porque aguantaba, hasta que fue demasiado tarde para evitar nada.
Me desperté abrazando un hueco de ausencia en el colchón, desayunando un café con olvido y paseando una perra llamada soledad. Recordé como era la vida cuando tenía menos años, salía de casa y alguien me esperaba, me besaba y me hacía el amor.
Yo no sé estar solo.