Mi habitación y yo
Una pequeña habitación oscura con la tenue llama de una vela rompiendo la armonía dibujando sombras en las paredes. Las noches se hacían cortas entre el humo de una pipa y lentos sorbos de alcohol. Las mañanas eran para otros, él las dormía.
Libros, decenas de ellos esparcidos sin otro orden que el azar. Acompañando ese cálido desorden discos de música y ropa que se amontonada encima de una cama deshecha. Una cama estrecha, justa para uno donde a veces dormían dos con el único testimonio de unos pósteres que rellenaban las paredes mal pintadas de blanco.
Ese habitáculo que tan dulce lo acogió. Él nunca había sospechado cuánto se puede echar de menos el pasado.